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El Blog de Christian Sibaja

“UN PEQUEÑO-GRAN AMOR: HOLISMO EN EL MILAGRO DE LA VIDA”

“UN PEQUEÑO-GRAN AMOR: HOLISMO EN EL MILAGRO DE LA VIDA”
El Holismo nos abraza a la idea de que el todo es más que la suma de sus partes, partiendo de ahí, soy la suma de más que un montón de cosas buenas. Ahí empiezo a existir.


Al contemplar ese primer ecograma que con su brillo ciega la mirada de aquella persona que es escéptica al milagro de la vida, no podía dejar de preguntarme si la fecha de parto que el médico ginecólogo nos daba era la correcta o era quizá una aproximación tan lejana como el límite inexistente (quizá) de un universo que no me termino de imaginar; o tan cercana como la mismísima partícula de polvo que en este momento cae sobre el teclado de mi computador.

Sea cual sea esa fecha, está tan cercana y es tan relativa, que me obliga a disfrutar activamente mi momento presente en lugar de esperar desesperadamente el milagro
de la vida.

No podía dejar de asombrarme ante la noticia de mi primer bebé, asombrarme ante la espera, ante la emoción, ante la interrogante de saber si todo se estará formando de la mejor manera. Es increíble saber que a sus pocas semanas de gestación es tan similar al embrión de cualquier otro ser vivo y que deben pasar varias semanas para que se asemeje a un ser humano.

Cada día que pasa me intereso por lecturas que me ayuden a saber principalmente su tamaño y me impresiona conocer lo pequeño que yo mismo fui en un momento determinado. Pero más que eso me asombra saber que empecé a existir antes de mi concepción, verdaderamente empecé a existir desde que pensaron en mi, y desde antes, y desde siempre; que soy parte de algo más grande y más pequeño de lo que una “mente dormida” pueda imaginar. El hecho de invitar a la mente a “despertar”, puede ser la llave para entrar en una realidad que hasta ahora pudo ser solo el resultado de una muy buena película de ciencia ficción.

De manera interesante, la ficción termina en el punto en donde empieza el deseo de conocer y comenzar a aceptar que hay algo más allá de lo que los ojos pueden ver.
Cuando el científico alemán Albert Einstein descubrió, por medio de una flor, que la materia hace curvo el espacio que le rodea, que toda masa dobla el espacio a su alrededor, se “despertó” su mirada y con ella la mente de miles de científicos atrapados aun en una serie de teorías que no habían caminado por los caminos vírgenes que Einstein miró por la ventana de “una bella flor”. Ventana que irónicamente abriría aún mas su mismo ayudante: David Bohm.

Miro nuevamente el primer ecograma y parafraseo las palabras de Frei Betto, al mirar que el amor en toda su expresión podía estar contenido en un espacio de menos de una decillonésima de nonillonésima de octillonésima de septillonésima de sextillonésima de quintillonésima de cuatrillonésima de trillonésima de billonésima de millonésima de milésima del tamaño que yo pude haber imaginado, de un espacio en donde hay vida, de la unión de un óvulo que es 1800 veces mayor que un espermatozoide.

Es tan contradictorio pensar que algo tan pequeño, contenga en un momento determinado lo más grande para las personas que le esperan.

Es asombroso que una vida que se empieza a formar sea realmente tan solo una minúscula parte del universo al que pertenece. Es tan asombroso que en ese pequeño ser esté contenido, al fin de cuentas, el universo en sí. En una entrevista con Renée Weber, el mismo David Bohn comenta que más que cualquier parte de una célula pueda reproducir
el todo, sino que cualquier parte de una célula tiene información del todo. Estar despiertos mentalmente es algo que la humanidad entera ha buscado, y los que lo han encontrado han podido experimentar el poder abrazar los límites de lo que no imaginaron: estar concientes de que somos parte de un “universo no local”, un universo holográfico, en donde según Bohm todas sus partes se interpenetran.

Todo está unido, entrelazado y en lo más pequeño está en su totalidad lo visiblemente más grande.

En la edad media, un joven que luego sería recordado como el santo de los pobres, llego a comprender de una forma muy simple que el mundo que le rodea está completamente
conectado (en él mismo estaba todo y en todo estaba él, su esencia) por lo que decidió romper con varios esquemas de su época (y al fin de cuentas, de nuestra época
también).

Francisco de Asís llegó a llamar a todo lo que encontraba a su alrededor “hermano”. Miró al pájaro, al mar, a la mañana y a la oscura noche, al lobo y a su imperfecta
Iglesia y no dejó de llamar a todo como “hermano”; la palabra más simple con lo que se explicaba a él mismo lo más simple. Llegó al límite inclusive de llamar a la
muerte su hermana, viéndola no con temor sino como una parte natural e indivisible de la vida (un todo), y puerta para llegar a estar junto a su amado Cristo Jesús, del que
se enamoró profundamente.

Muchos de los que conocieron a Francisco le tacharon de loco, ya que su pensamiento no estaba acorde a las ideas y forma de ser
de la época. Todo es mi hermano. Francisco fue llamado el “hermano universal”. Este singular personaje histórico me lleva a enfocarme
en el momento en el que el mismo Francisco venció inclusive su miedo más profundo y siguiendo ese pensamiento de libertad que recién descubría, logró darle un beso
a lo que más repudiaba: un leproso. El verlo como “hermano” hizo que lo amara, el amor lo hizo ver el universo entero como su hermano,
se encontró como parte de él y él parte suya; rompió un paradigma que en una mente “programada” es difícil de vencer: se
derrotó a si mismo para dar cabida al amor,al Todo.

Frei Betto en su libro La Obra del Artista relata lo que ha experimentado: “…la cosmología actual sin duda ampliará nuestros horizontes y la física cuántica nos
ayudará a comprender que, una vez asegurados los derechos humanos, la libertad consistirá en la osadía de sumergirse en sí mismo,
allí donde el encuentro con uno mismo hace descubrir al Otro que, no siendo yo y siendo radicalmente diferente a mi, me devuelve
a mi mismo, a mi verdadera identidad...”.

El concepto que se narra aquí llega a cuestionar nuestro concepto actual de libertad, permitiendo que podamos descubrirla en la medida en la que se aprende a ver en el
“otro”, el origen de mi propia libertad.

El hecho de descubrir que nuestra vida siempre se ha de “sujetar” al universo entero, nos hace quitar una errónea idea de atadura y nos libera a sentirnos parte de un todo.

Edgar Morín abraza en su libro El Método V, la doble idea del “sujeto sujetado”, adoptando el concepto de sujetamiento del que menciona: “…ser sujetado no significa ser sojuzgado
desde el exterior, como un prisionero o un esclavo. Significa que una potencia subjetiva más fuerte se impone en el centro del dispositivo
lógico egocéntrico y, literalmente, subyuga al individuo, que entonces se encuentra poseído en el interior de si mismo…”.

Es una opción libre que cada ser humano descubre que puede tomar, y le acerca al amor, a la “fraternidad universal” que nos hace parte del Todo y al Todo parte indivisible
nuestra, como concluye diciendo Frei Betto: “…de esa fuente subjetiva brota la energía que debería mover a la humanidad entera: el amor…”.

Todo está ligado al deseo que conocer y al final del camino encontramos la perfección del amor no como meta o límite, sino como origen del infinito.

En lo personal Francisco de Asís vivió una experiencia que podría describirse como “fuera de su época”, no obstante muchos místicos han llegado a experiencias similares
al adentrarse en la búsqueda de si mismos y de su “perfecta alegría”. Mirar a la naturaleza como “hermana” en todo su contexto, le permitió a Francisco componer
uno de los poemas más bellos jamás escritos: el “cántico de las criaturas”, en el que le devuelve poéticamente a su Creador su percepción del mundo que le ha dado para
administrar y del cual es parte y Todo. A la luz de esto, nace una urgente mirada hacia los problemas ecológicos que le ha tocado vivir a esta generación, nos supone
una conciencia del peligro que sufre la humanidad al estar destruyendo la única barca que le ha sido asignada para transitar su vida: el planeta Tierra.

Masaru Emoto nos invita a reflexionar que el planeta esta mal en cuanto su principal componente siga mal: el agua. Los seres humanos estamos formados aproximadamente
por un 80% de agua, lo que supone que la misma vida se inició en las profundidades del mar.

Sus sorprendentes experimentos muestran que el preciado líquido está vivo y es fuente de cosas tan espectaculares como la curación de enfermedades. Pero hemos maltratado
y utilizado mal el agua que es parte nuestra, y al hacerlo, nuestro planeta lo reciente, el cosmos entero lo reciente.

Un pensamiento positivo, una oración conciente dice Emoto, pueden cambiar inclusive al mundo entero, porque Todo está vinculado, no somos seres aislados. Considerando
las experiencias que llevaron a Emoto a realizar sus descubrimientos, no se puede dejar de lado el hecho de saber que cada ser humano puede encontrar experiencias similares
en cuanto y tanto logren “despertar” su mente y mirar a este universo plegadodesplegado que Bohm nos muestra.

Aquí me cuestiono, porqué al ser humano le ha costado tanto despertar su mente para ver la verdadera esencia del universo que voy descubriendo: el amor. Al fin de cuentas
es curioso, pero no sorprendente, ver como esas verdades llegan de una forma más directa a las personas sencillas, personas simples,
que aunque están en este mundo, son concientes de que esa tan buscada felicidad se encuentra en lo poco, lo pequeño, y al hallarlo han ganado lo más grande, Todo.

La teoría cuántica ha ayudado a descubrir un mundo, un universo inimaginable que nos lanza el reto de cuestionarnos inclusive una de las cosas a las que más tememos: ¿estamos
solos en el universo? La astrofísica nos abre cada día más los ojos permitiéndonos señalar con nuestro dedo a esa Luna que vemos como nuestro vecino cósmico más
cercano. Nuevos conocimientos son sinónimos de una mente que poco a poco se abre y que necesita violentar sus más profundas formas tradicionales de ver la realidad para
abrazar una realidad que no es nueva, una realidad que ya conoció Francisco de Asís: somos “hermanos” de Todo y Todo es hermano de Todo, incluso lo que no vemos.

Miro el ecograma con detenimiento y en mi mente repaso teorías que me llevan a ver en lo que será un bebé, todo el ciclo de evolución del ser humano. Sam Keen nos dibuja
esa realidad al decir: “…en el camino hacia nuestra forma humana recorremos la jerarquía evolutiva…”.

Cualquier célula de nuestro cuerpo lleva en sí toda la información genética de nuestro ADN y nos convierte en “universo de universos”.

Caminando hacia delante, podríamos decir que hemos evolucionado con los siglos por lo que no está de más decir que también somos “historia viva caminante”.
“Si no nos deslizamos sobre el vientre como las serpientes ni andamos a cuatro patas como los cachorros, resulta que no se desarrollarán
correctamente la médula pons y el cerebro central, los llamados cerebros de reptil y mamífero”, continúa comentando Keen. Es en este punto en donde vemos
una de las formas de como es nuestro “instinto de comunión universal”.

Toda la creación se confabula en una hermosa poesía, lo que Deepak Chopra llamaría  “coincidencias”; por otro lado las mentes que están en búsqueda de vivir “despiertas”
llaman a esto “el milagro de la vida”. Comprender que el amor en toda su expresión podía estar contenido en un espacio tan diminuto, que toda su información
genética está es su pequeñito universo y todo el universo en el, me llevan a sentir limitada mi percepción del universo. Es en este punto en el que me encuentro con el
matrimonio entre la ciencia y el misticismo.

Vivimos en un mundo en el cual nuestra mente se ha desacostumbrado a ejercitarse, a contraerse y expenderse, aún teniendo al universo mismo como su campo de
acción. La hipnosis ha logrado que visitemos recuerdos que parecían borrados, que sanemos heridas que parecían perennes, que vivamos momentos intensos otra vez y
recordemos inclusive nuestro propio nacimiento.

Grandes personajes han sido llamados locos por ser místicos, Francisco de Asís entre ellos. Estos personajes han encontrado en el Universo su gran “hermano” y se han
permitido llegar a lo que llamaríamos erróneamente los límites de nuestra mente, ya que si en esencia somos amor, ese amor no tiene límite alguno.

Cuando creemos que una vida empieza, realmente solo continúa, porque ya estaba ahí, porque es un Todo con el Todo; desde su parte más básica hasta donde dejemos llegar
a nuestra mente, no existe el límite, no hay barrera.

Este es un momento en la historia para hacer conciencia de que verdaderamente los problemas de uno, son los problemas de todos; es el mismo barco, somos parte del él.

El milagro de la vida se acerca a un hogar que le espera y para el que representará una ilusión, una esperanza, una oportunidad de ser mejor. Con la llegada de un bebé un
hogar regresa a su primer amor, en ese bebé están ellos y ellos están completos en ese bebé. En este momento entiendo que esa frase que nuestros padres nos decían cuando
estábamos pequeños, se me ha quedado corta: “si, los amamos, y los amamos hasta el cielo”.

Enero, 2009

REFERENCIAS
- Morin, Edgar (2003). El Método V. Madrid, España: Ediciones Cátedra.
- Wilber, Ken y otros. El Paradigma Holográfico. Barcelona, España: Cairos.
- Betto, Frei (1998). La Obra del Artista. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Barbarroja.
- Capra, Fritjof (1998). El Punto Crucial. Buenos Aires, Argentina: Troquel S.A.
- Emoto, Masaru (2006). La Vida Secreta del Agua. México, D.F., México: Alamah.
- Chopra, Deepak (2003). SincroDestino. Bogotá, Colombia: Aguilar.

1 comentario

Laura Valdez Pueblita -

Que lindo e inspirador tu pensamiento! me encanto,
por coincidencia llegue aquí, y me alegra tanto haberlo hecho.
Yo espero a mi primer hijito! Te mandamos calurosos saludos!!